viernes, 18 de enero de 2013

Doña Paciencia S.L. Parte Final


DOÑA PACIENCIA  ( PARTE FINAL)

-Venga ya!-le contesto- y yo soy Teresa de Calcuta!
-Da, da… sí, no te miento,chica, me llamo Petroswka, allá en mi pueblo, en Rumania, me llamaban doña P, es verdad, ¿por qué tú buscas doña P?
-Bah, qué más dá, es muy largo de contar, joder, ya es casualidad, ¿de verdad te llaman doña P?
La mujer pega otro trago, suelta un eructo y alargándome la botella, me dice:
-Sí, pero ya no, ahora me llaman puta rumana. Tóma, bebe, tienes cara de problemas…
-¿Eso es Vodka?
-Sí, Vodka es buena para mí, toma un trago conmigo, y cuéntame para qué quieres a doña P. Yo tengo mucho tiempo para escuchar…
-Ya, pero yo no tengo muchas ganas de hablar, he venido hasta aquí porque tenía ganas de pegarle una paliza a la tipa ésa doña P.
La rumana coloca varios ladrillos junto al fuego y finalmente me siento y agarro la botella que me ofrece.
-Pues mira, yo acabo de abrir la cabeza a un tío- me enseña el palo, que lo tiene escondido detrás.-Buena brecha, sí señor, buen palo, el muy cerdo aún debe estar sangrando, por poco lo mato si no echa a correr.
-Joder, ¿y eso?- le pregunto- ¿qué te ha hecho?
-Lo pillé intentando llevarse a uno de mis pequeños, yo estaba meando por allí detrás, los niños me avisaron, y los oí que gritaban…¡uno le mordió para que soltara a su hermano!
-Hijo de puta, si llego a estar yo, tú con el palo y yo a hostias, de aquí no sale vivo!
La rumana baja la cabeza, murmura en rumano, no lo entiendo, pero sé que se está cagando en los muertos del tío ése,  y escupe en el suelo. Luego me pide que le cuente lo mío.
 Le cuento toda la historia, total, no tengo nada mejor que hacer, así me desahogo y se me va pasando la pataleta. Petrowska me escucha en silencio, observándome con sus penetrantes ojos verdes, de vez en cuando mira hacia los niños y les vocifera en rumano.
Al tercer trago noto ya una sensación de calor y a gusto. Qué mujer tan curiosa, me parece como si la conociera de toda la vida. Después de contárselo todo, trago a trago, me dice:
-Qué historia tan extraña, chica,¿y tú por qué quieres más paciencia?
-Porque ya no tengo y me hace falta,¿sabes?
-No, no, tú no necesitas más paciencia, tú eres fuerte, lo veo en tus ojos.
-¿Fuerte?, perdona, tú no sabes nada de mi vida…una cosa es ser fuerte y otra estar hasta el moño de aguantar. Mira, llevo un año aguantando una putada detrás de otra, armándome de paciencia día tras día, llevo un año queriendo separarme de mi pareja y no sé cómo hacerlo, viendo cómo mi niño pequeño sufre porque no entiende lo que pasa, viendo a mi hija largándose de casa harta de peleas y malos rollos, llevo un año sin trabajo y se me acumulan las deudas, y además…
-¿Tú tienes casa?- me interrumpe ella.
-Sí, tengo casa- le pego otro trago al Vodka.-Bueno, no es mía, vivo de alquiler.
-Da, da, ya entiendo, pero…tú tienes una cama para dormir,¿no?, y tus niños también…
- Sí, tengo una cama para dormir, y eso ¿qué tiene que ver?
Se hace un silencio. Petrowska se acaba lo que queda de la botella y se levanta para echar un vistazo a los niños, luego coge otra botella de Vodka de un bidón y, mientras la abre, me pide que la acompañe.
Entramos en la fábrica y me enseña el lugar. No hay ventanas ni puertas, todo está derruído, húmedo, hace un frío del copón. En un rincón del suelo veo un colchón mugriento, unas mantas y enseres, al lado unas cajas y un hornillo de cocinar, todo lo demás es porquería y restos de basura que han ido acumulando todos los que han pasado por aquel lugar. Se me cae el alma a los pies. De repente me doy cuenta de lo estúpida que soy.
Petrowska me señala con el dedo, el ceño fruncido, su mirada es de ira al decirme:
-¡Yo también llevo un año, mira, un año así, y aún me queda paciencia, ¿cuánta? No sé! ¡Já!
-¿Aquí es donde vives?- es mi pregunta absurda.
-Sí, es todo lo que tengo, y mis hijos, claro…
-¿Los tres son tuyos?
-Da,da, son mis tres angelitos, son muy guapos ¿eh?
-¿Y el padre? ¿No tienes marido?
-Sí, está en la cárcel, ¡mejor!…Que se quede ahí, no quiero saber nada de ese hijo de perra. Mira…- me enseña un cicatriz en la barbilla y otra en un brazo-, ésto es todo lo que tengo de ese borracho cabrón!
-Pero, joder, aquí… sola, ¿no te dá miedo?
-Da,claro, pero ¿qué voy a hacer? No tengo otro sitio a donde ir!
-¿Y de qué vives? ¿Cómo le das de comer a tus hijos?
-Voy a robar a las tiendas lo que puedo, luego lo vendo para comprar comida, no puedo trabajar ¿a dónde voy a dejar a mis hijos?
-¿Y no has ido a los Servicios Sociales? Allí podrían ayudarte…
-¡NU!- exclama Petrowska, y escupe al suelo con gesto de asco- yo ya he probado éso, ¡no,no!, no pienso volver ahí, querían ayudarme sí, y darme un trabajo, pero querían separarme de mis niños. Decían que estarían mejor en un hogar de acogida, no,no, están mejor con su madre. Petrowska puede cuidarlos bien y darles de comer.
-¿Hoy han comido?- le pregunto.
-Hace un rato han merendado, leche y un trozo de pan.
-¿Nada más? Y tampoco van a la escuela, me imagino, ni puedes bañarlos…no hay más que verlos, llenitos de mierda hasta arriba.
-No puedo llevarlos a la escuela, los del servicio social me los quitarán,¿entiendes?
-Ya…-, no sé qué responderle. Miro a los tres niños, qué lindos son, qué rubitos, qué sucios, qué delgaditos, y qué felices jugando con los envases de cristal, entre la mierda y los escombros. Uno, el más pequeño, se acerca, tiene la nariz llenita de mocos y tose como un cazallero, debe tener unos seis añitos, la edad de mi hijo, pero debe pesar la mitad. Le dice algo a su madre en rumano que no me entero, y ésta, con un trapo sucio le limpia los mocos y le dice no sé qué y le dá varios besos abrazándole. El pequeño rodea el cuello de su madre con los bracitos y aplasta en su pecho la mejilla, sonríe tembloroso, por el frío, supongo.¡Dios! ¿Cómo puede haber gente viviendo así? Es injusto.Y yo quejándome de mi vida.
A lo tonto, ya nos hemos bebido una botella entera de Vodka entre las dos. Me noto la torrija, y siento que casi les estoy cogiendo cariño a la rumana y a sus niños. En mi cabeza no paran de dar vueltas mil pensamientos y sensaciones, ya me había olvidado de doña Paciencia S.L., no sé cuánto rato debo llevar allí, pero de pronto empieza a oscurecer y a hacer más frío.
Qué cosas tan raras me pasan. Hace un rato estaba hecha una fiera, dispuesta a romperle los morros a una especie de funcionaria llamada doña P. y acabo en este inhóspito lugar, encontrándome, qué coincidencia, con otra doña P, de Petrowska, una pobre rumana indigente, madre de tres criaturas, y pimplando Vodka con ella mano a mano. ¿Y por qué ellos tienen que estar en la puta calle y yo no? ¿Qué he hecho yo para ser mejor o más privilegiada? La verdad es que ya me importa una mierda lo de mi paciencia y mis problemas. No sé si es por el efecto del Vodka o qué, pero algo ha cambiado dentro de mí.
Presiento que estoy a punto de tener otra pataleta, esta vez sentimental.
De repente, me levanto, y, en plan militar, como una orden, exclamo:
-¡Venga! ¡Nos vamos!
Petrowska se queda mirándome sin entender. Me pregunta:
-¿Ya te marchas?
-No,bueno sí, nos vamos todos, venga, coge las cosas y a los niños que nos vamos.
-¿A dónde nos vamos?- me pregunta ella.
-A mi casa…
-¿Qué quieres decir?- insiste la rumana, noto su sorpresa.
-Coño, que os venís conmigo, aquí no os podeis quedar, me cago en la leche. En mi casa hay sitio para tí y tus hijos, dinero no tenemos, pero hay camas de sobra, y donde comen cinco comen ocho, además, a mi hijo le va a encantar tener amigos con quien jugar, y a tu pequeño hay que llevarlo al médico, tiene una tos de camionero,¡venga,vamos… muévete doña P!
La rumana está sorprendida, algo indecisa, pero yo, cuando quiero, soy muy autoritaria, y me obedece. En seguida, llama a los pequeños y coge tres bolsas, sin decir nada más. Callada, con dos de los niños de la mano, me sigue hasta el metro. El mayor va cogido a mi mano, tendrá unos siete años. Mientras caminamos, no deja de mirarme, y le digo:
-¿Quieres venirte a mi casa?
No sé si entiende español, aunque no me hace falta, porque sé lo que está pensando sólo con ver sus ojitos.
Y es curioso, durante el trayecto en el metro, mi mente, incluso con el exceso de Vodka, es capaz de hacer un resumen, rápido y preciso, a modo de epílogo, de todo lo acontecido hoy.

P.D.
Decía mi madre que “el colmo de la paciencia es meter unas zapatillas en una jaula y esperar que canten.”
 
FIN

Estrella C.Z. 2011









  






  

Doña Paciencia S.L. 2ª Parte


Doña Paciencia S.L.  (2ª parte)

-¿Sí…?- se oye otra voz femenina.
-¡SÍ, QUÉ?- le grito.
-¿En qué puedo ayudarle?
-Que me dé su dirección, la calle, el número y el horario!
-Imposible, señora, no puedo darle esa información…
-¿Por qué?-le pregunto.
-¿Por qué, qué?-me dice .
-Cago en todo, que por qué no puede darme la dirección, qué pasa, que no tienen dirección, o no tienen oficina, en algún sitio estarán ¿no? ¡Pues sólo quiero saber dónde!
-¿Cuál es el motivo de su consulta?
-Joer…otra vez! Que me dé la dirección, leñe!.
-¿Desea usted concertar una entrevista personal?
-Sí, éso, éso! Justo lo que quería.-le respondo, suponiendo que, si me dá cita, me tendrá que dar la dirección.
Por fin! Alguien que me entiende. Después de darle mis datos la chica de centralita teclea un rato y me habla de nuevo:
-Sra.Estrella, si tiene a mano un papel, anote, por favor.
-Dígame- le contesto. No me hace falta anotar nada. Lo memorizo, paciencia ya no tengo, pero memoria mucha.
-Su visita personal con Doña Paciencia será a las 17:30  horas del Jueves, 23 de Enero…
-Pero oiga, yo quería la cita para hoy…¿no puede ser hoy?
-¿Hoy…?- y la oigo cómo se ríe, jiji, qué risa de bruja, lo que es. Y añade:
-Imposible, hay una larga lista de espera, le doy cita ¿o no?
-Bueno, de acuerdo, hoy estamos a 21, creo que podré esperar dos días para sacarle los ojos a la zorra de su jefa.
-No, no, perdone- me dice la chica- apunte bien el día y la hora. Le repito: Jueves, 23 de Enero del 2053, a las 17:30.
-Perdone, ¿ha dicho 2053? Eso qué es, ¿el año?,no me joda…
-Sí, señora, es lo más pronto que puedo darle, tenemos visitas concertadas hasta el año 2079, sin embargo, ha tenido usted suerte, ha habido una anulación y he podido adelantarle la cita, por eso no tendrá que esperar tanto.
-Vamos a ver…¿estamos todos locos o qué? Que estamos en el 2011!, para el 2053 quedan 42 años, oiga, yo tengo 48, o sea que el día de la puta visita tendré 90, si es que no me he muerto, claro.¿ A mí qué mierda me va a importar a los 90 años la paciencia que me quede? ¿Usted cree que yo a esa edad voy a estar para visitas? Además, yo no quiero una entrevista personal en plan formal, yo lo único que le he pedido es la dirección de sus oficinas para presentarme ahí y pegarle una paliza a doña P.,arrancarle la peluca y partirle los dientes, y luego, si no me quedo a gusto, prenderle fuego a todo el edificio, o echar un cóctel molotov, lo que surja, y si además me encuentro con usted, tía cerda, pues también pilla, ¿entiende lo que le digo?
-Un segundo, por favor, estoy procesando…- me dice. Y se pone a teclear otra vez!
¡Arggggggggfffffff!¡No puedo más, Dios, qué impotencia! Me la estoy imaginando, con su enorme culo, sentada en la centralita con el auricular en su asquerosa oreja con pendientes de baratija colgando, limándose las uñas, no, qué digo!, depilándose el bigote con pinzas. Y entonces, inexplicablemente, oigo que me está diciendo la dirección de las oficinas. ¡No me lo puedo creer! Pero sí, lo ha dicho! y lo consigo anotar todo, calle, número…me falta el horario. Le hablo, ya más amable:
-Muchas gracias, anule la cita que ahora mismo voy para allá, ¿qué horario tienen?
-Repita la consulta por favor.
-¡El horario, estúpida! ¿sabe lo qué es un horario, o no está programada para tanto?
-¿Cuál es la consulta? Especifíque por favor…
-Joder, que a qué hora están ustedes ahí, en la oficina, haciendo el gilipollas y atendiendo al público, mejor dicho, dando por culo a la gente…
¡Clik! Se corta la comunicación.
¡Sgrunch!...Me rechinan los dientes. Estoy al borde de una pataleta, miento… ¡tengo una pataleta! Y cuando tengo una pataleta…soy capaz de cualquier cosa. Yo soy muy buena, pero cuando me toman por imbécil…o me toman el pelo y me percato, lo siento, tengo ese subidón llamado “pataleta”, que me convierte en un ser atroz, capaz de cometer atrocidades varias, como que si tengo delante ahora mismo a la doña P de Puerca, pues no me corto un pelo y me lío a darle de hostias hasta en el carnet de identidad, y me quedo tan ancha. Y luego, a lo mejor, me arrepiento, pero en ese momento es lo que me pide el cuerpo y el alma. Es lo que tienen las pataletas.
 Brrrrrrrr, bueno, me dá igual, ya tengo lo que quería. Ya sé donde están. Me muero de ganas por ir y encontrarme cara a cara con Doña P de Petarda. ¡La Ministra! Qué ministra ni qué leches, pandilla de anormales…se van a enterar de lo que es una persona sin paciencia.   
Como estoy de lleno en mi pataleta, mi mente corre tan rápido como mis piernas. Estoy en el andén del metro, al abrirse las puertas, es tal el ansia que tengo, que, sin darme cuenta, empujo a una vieja que quería entrar antes que yo, ha perdido el tren y la aún oigo cómo me llama asquerosa, gamberra etc. Le grito: “Que te jodan vieja, tengo una pataleta!” Dios, qué me está pasando, yo no soy así, todo por culpa de Doña P de Puta. No me reconozco, me sudan hasta las uñas! Trato de recuperar la calma.
…¡No puedo! Un tío se me acerca demasiado y, aunque hay muchos pasajeros, lo siento, no me dá la gana. Le grito: “¿Por qué no te vas a restregarte con tu puñetera madre, tío cerdo?” Todo el mundo me mira, en silencio. Les digo: “¿Qué coño miráis, imbéciles, tengo monos en la cara?”, me dejan de mirar, todos, menos un yupi hortera con traje y maletín, y le grito: “¿Y tú, por qué no te miras las pelotillas del culo, capullo, en vez de mirarme a mí?”
¡Ufffff!  ¡Mi parada!, menos mal, ya me bajo, si sigo aquí se va a liar gorda. Al salir del metro, prefiero ir directa y mirar sólo calles y números, tal y como estoy no me conviene mirar a nadie más que se cruce en mi camino.
Ando y ando…y cada vez me alejo más del centro, hasta que por fin encuentro la calle. Estoy en las afueras, en un barrio donde apenas hay casas, es como un polígono industrial…y cuando ya he dado con el número que busco, ¿qué me encuentro?, un edificio abandonado, medio en ruinas, que debió ser una fábrica años atrás. ¡No puede ser! Tengo que haberme equivocado. Mientras me voy acercando, observo a mi alrededor. El paisaje es desolador, montañas de escombros y basura por todas partes. Tres niños pequeños juegan en medio del solar lanzando piedrecitas a un montón de botellas vacías de cristal colocadas en hilera, se ríen y hablan entre ellos, pero no les entiendo. Deben ser rusos o polacos. Un poco más allá, a la entrada de la fábrica abandonada, hay una mujer, sentada delante de una pequeña hoguera hecha en el suelo. Tiene una botella en la mano, me está mirando mientras me acerco hasta ella, y me pregunta, con acento extranjero:
-¿”Quí” buscas?
-Unas oficinas,- le digo- pero creo que no es aquí.
-¿”Ofisinas”…?, ésta es mi “oficina”- me dice, riéndose, luego tose y le dá un trago a la botella.
-Me han dado esta dirección, pero aquí no está quien yo busco.
-¿Y a quién buscas?
-A Doña P- murmuro entre dientes- déjalo, creo que me han tomado el pelo.
-¡No, no, chica!- exclama la mujer-, no “ti” han tomado pelo, ¿has dicho doña P? ¡”Yo” soy Doña P!

Continuará…

miércoles, 16 de enero de 2013

Cumplir cincuenta


Encuentro extraterrestre el día antes de cumplir cincuenta

La otra noche salí al balcón a fumarme un cigarro y una nave extraterrestre se paró justo delante de mi balcón. Por la ventanilla de la nave asomó una cabeza amorfa y apepinada. Al principio me asusté un poco, pero al ver el careto de buen rollete del alienígena en seguida se me pasó, y me dijo: “¿No tendrás un piti, por casualidad?” ¡Joder! No sabía yo que esta gente fumara, pues se vé que sí, que fuman, y como carreteros. No sabía si dárselo, pensé: “Lo mismo es una estratagema  y a la que alargue la mano pá darle el cigarro, me agarra y se me llevan para abducirme u otras intenciones propias de los extraterrestres”. Le dí el cigarro, me arriesgué, lo sé, pero es que tenía una cara de deseperao. Le iba a dar fuego pero no hizo falta, encendió el cigarro con la mente, aspiró, echó una bocanada de humo por las orejas y entablamos conversación.  
Le pregunté: -Oye, ¿tú qué edad tienes, si no es mucho preguntar?
Sé dio la vuelta y le dijo a su compañero:
-Paskasio, pon la nave en punto muerto que voy a echar un piti aquí, con esta terrícola tan maja. Y me respondió:
-¿Qué me decías, que qué edad tengo?, pues no lo sé, la verdad, ¿eso qué es?- Y yo le expliqué:
- Pues los años que tienes. Desde que naciste, hasta hoy.-  Me dijo que no tenía ni idea, y que cómo podía saberlo. Así que le hablé del calendario cronológico y tal.
 -¡Ah, vale, la chuminada ésa de contar el tiempo con numeritos y tal! He oído hablar, sí,- afirmó- pero es que  nosotros no tenemos calendario, chata, y ni falta que nos hace.
-Pues también tienes razón, total, pá lo que sirve.- dije yo.
 No son listos ni nada los extraterrestres. No tienen calendario pero saben cuando van a nacer y cuando van a morir. Qué bonito! Y nosotros, mucho calendario y orden cronológico y tanta historia y no tenemos ni pajolera idea de cuánto tiempo tenemos de vida. No, si ya lo sabía yo, que el calendario no servía pá ná. Pero que me lo tenga que decir un alienígena… manda cojones.
Y, no sé por qué extraña razón, el alienígena se interesó por el tema.
-¿Y por qué me preguntabas lo de la edad?- dijo.
-No, por nada…-murmuré yo.
-Mujer, por algo sería…-insistió.
-Bueno, es que mañana es mi cumpleaños, y… voy a cumplir cincuenta.
-¿Y…?
-No, nada…que es una edad que ya…no sé si me entiendes…
- No, no te entiendo,¿qué pasa con cumplir 50?¿es algo especial para los terrícolas?
-¿Especial? ¡No! No es que sea especial…
-¿Es importante, entonces?
-¿Importante? No, tampoco es que sea importante…
-Pues ya me dirás qué es!
-Joder, ¿quieres saber qué es?¡Es chungo, muy chungo, la verdad!Pá qué nos vamos a engañar,¡Cumplir 50 es una mierda!- exclamé yo, me salió del alma, y saqué otro cigarro, lo encendí y aspiré con ansia infinita.
- A ver…- dijo el marciano con voz suave y tranquilizadora- mira, yo no entiendo de cosas de la edad de los terrícolas, pero te veo mú mal, como con angustia, como enojada, pásame otro piti y hablamos sobre ello, analizamos el asunto y sacamos conclusiones ¿qué te parece?
-Toma, ánda- le pasé otro cigarro y añadí – mira, como te llames…
-Andrómedo me llamo…
-Pues mira, Andrómedo, te lo agradezco, pero es que no hay nada que analizar, para un terrícola, el promedio de vida es de unos 80 años, más o menos, o sea que cumplir cincuenta viene a ser, básicamente, que ya te has pateao  más de la mitad, bueno, eso suponiendo que llegues a viejo.
-Comprendo lo que quieres decir, pero ¿cuál es el problema? Aún te quedan 30 años, según esa regla.
-¿Qué cuál es el problema? ¡Ése es el problema! ¡Que sólo me quedan 30 años por vivir, si llego a los 80, claro!
-¿Y te parece poco?
-Hombre, poco, poco…no. Son bastantes, sí, lo que pasa es que esos 30 son…cómo te lo explico…son de otra manera, no son igual que los otros 50. No sé si me pillas.
-Espera…-dijo el extraterrestre, sacando una especie de tablet. Tecleó sobre ella y en unos segundos dijo haber obtenido toda la información necesaria para continuar nuestra charla. Me miró, con gesto de desaprobación y exclamó:
-¡Ahora lo pillo! ¿Y quieres saber lo que pienso? Vosotros los terrícolas es que sois la hostia, os quejais por vicio, no estais contentos con nada, todo os parece mal…¡y así os va!
-Qué fácil es opinar, sin saber de la misa la mitad, te habrás quedao a gusto, cabeza huevo, con tu sabia conclusión!
-Te equivocas, yo no he sacado aún ninguna conclusión, tan sólo he opinado.
-No, perdona, no has opinado, has criticado, que es distinto, con retintín. Y encima insultando.
- Y tú qué, que me has llamo cabeza huevo.
-Es que tienes cabeza huevo, qué quieres.
-Te estás poniendo nerviosa, fúmate otro cigarro y dáme otro a mí.
-No me dá la gana. Gorrón.
-Oiiii! Así vamos mal ¿eh? Me estás hinchando las antenas…
-Me alegro, a ver si te explotan.
-Vamos a llevarnos bien, ¿eh? te lo digo de buena fé, sin acritud, pero que sepas que si a un marciano se le hinchan las antenas, es muy mal asunto, porque tenemos pistolas láser y yo soy de gatillo fácil, no te digo más.
-Pues mira, moco verde apepinao, si a una terrícola se le hinchan las pelotas, la cosa pinta peor, porque yo pistola láser no tengo, pero tengo mú mala leche, y antes de que te diera tiempo a apretar el gatillo pá mandarme un láser, de la hostia que te meto, te pongo las antenas de corbata y con tu cabeza de pepino me hago un gazpacho!
-Muy chulita eres tú, para ser cincuentona.
-Ya estamos, es que al final todos los tíos sois iguales, lo mismo dá que seais de Saturno o de Albacete, cuando una tía os descoloca, hala, a ofender, a provocar, a humillar a base de bien. Pues te voy a decir una cosa, bichejo viscoso, de entrada me caíste bien, y eso que al principio pensé: que tío más gorrón,pero luego, yo que os tenía a los extraterrestres por seres de inteligencia superior, já, menudo chasco me he llevao, te has retratao tú solito, cuando se lo cuente al Iker Jiménez va a flipar!
-¿Y ése quién es?
-El del cuarto milenio, espera, no te muevas que te voy a hacer una foto.
Saqué mi móvil y disparé la cámara. Entonces, el compañero de la nave se asomó y dijo:
-Tío, tenemos que irnos…¿te falta mucho?
-¡Eso, vete, escurre el bulto!- grité yo- así no tendrás que disculparte!
-Un momento- dijo él- ¿disculparme dices?- y consultando su tablet añadió- ¿Te refieres a decir: “lo siento, no quería ofenderte”?
-Exacto, es lo que solemos hacer los humanos cuando nos pasamos tres pueblos. Se llama diplomacia, cortesía o educación. Es como arrepentirse de algo aunque por dentro no te arrepientas, pero quedas bien.
-Qué falso ¿no?
-Sí, también se llama falsedad, hipocresía…pero suele funcionar.
-De acuerdo, me disculpo, lo siento….¿te vale?
-No, no me vale.
-¿Por qué?
-Porque a mí la falsedad me revienta. No soporto a la gente hipócrita.
-Quien te entienda, que te compre. Qué difícil eres, chata. Y qué complicada.
-Lo sé, y me encanta ser así. Será cosa de la edad.
-¿La edad?¿qué edad?
-La mía, coñe!? Serás extraterrestre pero tienes menos memoria que una mosca cojonera. Que tengo 50 tacos ¿recuerdas? Y a mis 50 tacos no estoy pá chuflas!¡Hala, majo, a tomar por culo por la galaxia, que te dé un poco el aire! Yo me voy a dormir.
La nave alienígena desapareció en una milésima de segundo, pero yo ya estaba en la cama con mi pijama puesto y la sonrisita en mi cara presagiaba muy dulces sueños.

*    *    *

Estrella Cabrera Z. 16 Enero 2013
P.D. Os preguntaréis, ¿qué hay de la foto? Sí, tengo la foto. Un documento excepcional, aunque el encuentro no lo fuera. Y, mientras no aparezca la NASA y me ofrezca un pastón, de momento, la guardaré.  


Poemas



DEL MAR


Yo que nací en tierra seca
nada recuerdo de allí
pues de niña me llevaron
junto al mar, donde crecí.

Allá en el lugar
que me vió nacer
no hay orillas ni olas
que rompan la arena,
allí no está el mar
que me vió crecer.

Yo me crié entre las rocas
y en las mojadas orillas,
si mi patio fué la playa,
mi pupitre, las barquillas.

Mis pies descalzos,
la piel morena,
andaba en la arena
hasta el espigón.
Salitre en mi pelo,
de las gaviotas,
soñaba su vuelo,
cegándome el sol.

De mi niñez,
entre dos playas,
pequeñas barcas
y oscuras algas
guardo el sabor
de la sal del agua.

Y el color del cielo
lo guardo en mis ojos
con mezclados tonos
de azules veranos
de verdes de agua
y grises inviernos.

Año tras año
el mar ví, creciendo...
de él fuí guardando
su sabor salado
y es el más dulce
de mis recuerdos.

Estrella C.Z.
Todos los derechos reservados




lunes, 14 de enero de 2013

Doña Paciencia S.L. 1ª Parte


DOÑA PACIENCIA S.L.  1ª Parte

Hoy me han pasado por fin el teléfono de Doña Paciencia, ministra de las causas del largo aguante.
Se ve que tiene un despacho en el Ministerio, pero no recibe visitas, y por teléfono sólo atiende a ciudadanos desesperados, y, claro, con enchufe. Tengo todo, el número, el desespero y el contacto, que nadie me pregunte cómo lo he conseguido, por favor. Me han dicho que si responde a tu llamada, has de ser rápido y conciso, ir al grano, porque la señora no está para perder el tiempo con sandeces. Si se da cuenta de tu desespero, te cuelga.
En principio, yo, lo que quiero es pedir una prestación extra de paciencia, pues la que tenía, ya se me está agotando.
Voy a llamar, a ver qué pasa.
Marco el número, pregunto por Doña Paciencia y la secretaria me pide los datos personales, y luego me dice:
-Ahora mismo le paso. No cuelgue.
Suena música mientras me pasan la llamada…escucho la canción…“I will survive”, de Gloria Gaynor. Qué acertado,pienso, “Sobreviviré”, esto ya te anima un poco, oye…o ¿es pura casualidad? Para salir de dudas,cuelgo y llamo de nuevo, la secretaria otra vez: “Ahora le paso, no cuelgue”…y, suena otra canción: “El corro de la patata” (popular), vale, era casualidad.(Vaya mierda de hilo musical, pienso)
Espero…Me trago entera una canción del Puma, ésa de” viva la numerasión…”
Y por fin escucho su voz:
-¡Sí? Dígame…¿en qué puedo ayudarle señora Estrella?
-¿Hablo con Doña Paciencia?- pregunto, no me fío.
-Paciencia S.L. al habla,-me responde.-¿En qué puedo ayudarle? (Luego me enteré que S.L. significa Paciencia Sin Límites)
-Pues verá, llamaba para pedir más paciencia, me han dicho que si se te ha acabado la que tenías, se puede solicitar una prestación extra…
-Vamos a ver…¿Cuánto tiempo lleva usted cotizando?
-¿A qué se refiere con “cotizando”?- le pregunto-, si se refiere a cuánto llevo siendo paciente, pues toda la vida, oiga, ¿eso es mucho?
-Creo que no está bien informada. No es ni mucho ni poco. Todo el mundo es paciente durante su vida, incluso quien no lo es, cree serlo, pero esto no se computa de este modo, señora mía.
-Ah… y ¿cómo se computa?
-Veamos…
Entonces escucho como teclea el ordenador, y espero….
Al cabo de varios minutos, me dice:
-Señora Estrella, ¿sigue usted ahí?
-Sí, digame…-le respondo, ya me empiezo a impacientar, por eso llamo, claro, no me queda mucha paciencia,- dígame, la escucho!
-Según los datos que tengo, usted ha cotizado un total de 385 días a lo largo de su vida, por lo que…
-¿Cuánto ha dicho, 385?-exclamo yo, indignada-no puede ser, doña P, perdone usted, tiene que haber un error, eso es un año y poco más, es imposible, mírelo otra vez.
Se oye el clac-clac del teclado de nuevo, espero, mientras tanto, oigo a la tiparraca ésta doña P, que ya me está empezando a cargar, cómo conversa con un compañero, y le dice:  -“Paco, si bajas al bar, tráeme un carajillo, ánda, que estoy muy liada”.
Luego me pone música de monaguillos o algo parecido, y ya vuelvo a oír su repelente voz, ya me cae mal:
-¿Sra. Estrella? ¿Sigue usted ahí?
-No, me he ido a Pernambuco y he vuelto, no te jode!-murmuro.
-¿Cómo dice? No la oigo bien…
-Que sí, que sigo aquí…a ver, ¿lo ha mirado bien?
-Los informes de sus declaraciones no fallan, no hay error, el total de días cotizados es el que ya le he dicho, 385. Ni uno más ni uno menos.
-Vale, lo que usted diga, un puto año y 20 días en toda mi vida he sido paciente, ¿no?
-Exacto…
-Y una mierda que te comas!- murmuro,  estoy perdiendo la formas, lo sé, pero quiero llegar a algo, e insisto:
-A ver…¿Ésto cómo va? Es la primera vez que llamo para pedir algo así,¿sabe? ni siquiera sabía que se podía pedir, me enteré hace una semana, y yo…
-Señora Estrella-me interrumpe, será asquerosa la tía!, total para soltar:
-Ignoro qué información le han dado acerca de P.S.L. pero sepa usted que esto no es como los servicios sociales, no sé si me entiende…
-No, no la entiendo, me lo explique…
-Verá… Usted puede haber sido paciente todos los días de su vida, tragarse carros y carretas, y hasta salirle una chepa de soportar tanta carga, no lo niego, allá usted, a cada cerdo le llega su San Martín…el problema es que si no ha hecho debidamente las declaraciones de Paciencia anuales, el cómputo resultante, que, en su caso es de 385 días, no le dá derecho a pedir nada, a no ser que…
-A ver, a ver, un momento, señora, yo me pierdo…¿declaración de  Paciencia,dice? ¡Pero si no hago ni la de Hacienda, ¿cómo coño  voy a hacer ésta? , hay que joderse, perdone, pero es que no tenía ni idea… Y otra cosa, si no he declarado nunca, según usted,  ¿de dónde leches se saca esos datos?¿Cómo sabe la paciencia que he tenido o he dejado de tener yo en mi vida?
Ya estoy descolocada total, es para mear y no echar gota, qué tía más borde. Le digo:
-Porque vamos a ver…El rato éste de charla con usted ¿cuenta o qué? Porque fíjese la paciencia que estoy gastando desde que llevamos hablando, ¿le consta?
-No, está fuera de plazo, constará en su próxima declaración.
-Virgen del amor hermoso…mire, no quiero ser maleducada, pero me parece una tomadura de pelo, y no quiero insultar a nadie,pero…
-No lo haga, que le cuelgo-me dice.
-Como me cuelgue, me presento en su oficina y se traga usted el teléfono, el teclado, y los 385 formularios de paciencia uno detrás de otro!
-No puede…
-¿Qué? ¿Qué no puedo, por qué?
-Usted no puede venir a nuestras oficinas.
-Eso lo dirá usted y su puta madre vestida de faralay, ahora mismo busco la dirección y me presento ahí, esté donde esté, me dá igual si tengo que ir a Sibera, que voy, se lo aseguro.
La oigo reír. Jeje, ¡se ha reído! ¡Oh, qué ganas de ir para allá!
-¿Y ahora qué es lo que le hace tanta gracia?¡Ah, ya, se ha tomado el carajillo, será eso!
-Sra.Estrella…no se me ponga nerviosa, qué poca paciencia tiene, son todos iguales!,
-Joder, para eso llamamos!
-Sra,¿quiere solucionar esto o no? ¿quiere tramitar o no la prestación?
-Pues no sé, francamente, mire usted, ahora mismo, más que la prestación, lo que me gustaría es darle un puñetazo en los morros, o  retorcerle el pescuezo, doña P.
Estoy pensando en colgar para buscar la dirección e ir. Tiene que haber una sede o algo así,digo yo. Se lo pregunto:
-Doña P., ¿me puede decir la dirección de sus oficinas y acabamos con esta conversación?
-No estoy autorizada.
-Hija de perra, mal follada, es lo que estás,dáme las señas de una vez!
-Le paso con centralita…un momento por favor…
¡Otra vez el hilo musical!Uffffff!Estoy negra. Voy a colgar…Hostia, ahora me ponen un remix de Julio Iglesias y cantos gregorianos. Pero qué es esto,¿una secta? No cuelgo, a ver qué pasa…Ya se me ha dormido el brazo que sostiene el teléfono, la oreja me arde….uffff!¿para qué narices habré llamado aquí? Joeeeeer…

Continuará…        
                                        
                                          Estrella C.Z.