viernes, 11 de enero de 2013

Mi amigo el Care Free


MONÓLOGOS  MI AMIGO EL CARE-FREE

Voy a hablaros de mi amigo el “querfri”. Sí, ya sabéis, el salva-slip: ese recurso femenino de anglosajón lindo nombre, (que no es otra cosa que una compresa pequeña), que usamos las mujeres para proteger nuestra higiene íntima y personal: o sea, dicho de otro modo, es nuestro método cotidiano pá no dejar zurraspas en las bragas. Y oye, es verdad que una vez que empiezas a usarlo, se convierte en un fiel aliado, del que prácticamente no puedes prescindir, vamos, que cuando lo pruebas, te das cuenta de su eficacia y lo llevas siempre, porque, pá qué vamos a engañarnos, vá de cojones. Sales con uno puesto, y otro en el bolso...y en cualquier situación imprevista que se te presente, llevas las bragas limpias y relucientes. Es que se te llega a hacer imprescindible...excepto... cuando vas a la playa. A nadie se le ocurriría irse a bañar con un “querfri” en el bikini, eso lo sabemos todas. Es el único día en que no te lo pones, el día de playa... Pues ése fué el día en que descubrí que mi amigo el “querfri”, de amigo no tenía nada.
Era una mañana de Domingo, pleno mes de Julio. Había quedado con unos amigos para ir a la playa. Alrededor de las once, ya estaba lista, con la bolsa preparada, el bikini puesto, las chancletas, la toalla, la crema, los bocatas, la neverita...todo a punto. Llamaron abajo mis colegas, al interfono: -“¡Ya bajo!”- exclamé. Sólo me faltaba coger las llaves y el móvil...y, cuando estaba a punto de salir por la puerta, escuché un extraño sonido. Como una especie de sollozo que procedía del lavabo.
-“A ver si me he dejado un grifo abierto”-,pensé. Y fuí al cuarto de baño para asegurarme. ¿Y qué es lo que ví?
Ahí estaba él, mi amigo el “querfri”, encima de la repisa de cristal, de espaldas al espejo, y sollozando. Me echó una mirada fulminante, volvió a darme la espalda, y siguió con su llantito lastimero. Me quedé de piedra, no podía creer lo que estaba viendo. Así que, como no decía nada, le pregunté:
-¿Se puede saber qué te pasa?
-¡Snif!- fue su única respuesta. Realmente creí que lloraba.
-¿Quieres hacer el favor de darte la vuelta y mirarme?
No lo hizo. Me daba la espalda, y lloriqueó un poco más.
-¿Qué coño te pasa? ¿Por qué lloras, si puede saberse?- chillé, impaciente.
Y finalmente, se dignó a hablarme. Dijo:
-No me pasa nada, déjame en paz, véte a la playa, ánda, y que te lo pases bien,guapa.
En su voz había un retintín de reproche insoportable. Entonces entendí qué pasaba.
-No jodas que te has enfadado porque me voy a la playa sin tí...- dije yo.-Es que no me lo puedo creer!
-Sé perfectamente que estás con la regla...-dijo él.
-¿Y...?
-Y que te llevas a los Tampax, pero a mí no...
-¡Ah!¿Y por eso estás así? ¿Es que no puedo ir a la playa, o qué? Sí, claro que tengo la regla,y por eso me llevo un Tampax puesto, y otro en la bolsa, no pretenderás que vaya a la playa contigo en el bikini!
-Claro, yo a la playa no puedo ir,¿verdad?
¡Esto era el colmo!
-¡Pues no! No seas imbécil: los “Querfris” no podéis ir a la playa!No puedo llevarte puesto en la braga del bikini, por si no lo sabes, si lo hago, no me puedo bañar!
-Ah,no,¿por qué?
-¡Joder, porque te despegas!
-Ya...claro, todos los días a tu servicio, día y noche...y hoy, que te vas a la playa, me dejas aquí abandonado como un perro.
-Pero, vamos a ver, ¿es que no lo entiendes?- me estaba empezando a poner muy nerviosa, y el interfono no dejaba de sonar. Fuí corriendo a contestar:
-¡Que ya voy, un minuto!-,y regresé deprisa al cuarto de baño. El “querfri” continuaba en su estado de sollozo, y se me encogió el corazón. Era mi amigo, al menos, es lo que yo pensaba, y no podía irme y dejarlo así. De manera que tomé una rápida decisión.
-Muy bien, ¿qué quieres? ¿Venir a la playa,no? ¿Eso es lo que quieres? De acuerdo, pues vendrás a la playa ...
En menos de un minuto, me coloqué el “querfri” en la braga del bikini. Y, mientras bajaba por el ascensor, el cabreo lo llevaba yo, él ya había dejado de lloriquear.
-¿Ya estás contento? Pues,¡hala!, a la playa...ya hablaremos a la vuelta...
Ya no volví a escucharle más. Supongo que estaba feliz porque había conseguido su propósito.
Cuando llegué a la playa, me olvidé de él. Hacía un día fantástico, el mar estaba en calma, todo era perfecto. La brisa del mar, los amigos, la cálida arena... Hasta que me metí en el agua para darme un bañito.
Empecé a nadar, tan a gusto, al compás de las suaves olas, sin acordarme para nada de que llevaba puesto un “querfri”,y nadé, y nadé...hasta que él, inevitablemente, se despegó de mis bragas. Y el muy estúpido, cuando se vió flotando sobre el agua, se asustó tanto que no se le ocurrió otra cosa que regresar hasta mí, y volver a engancharse, y... ¿dónde lo hizo? :donde pudo, aprovechando que yo estaba nadando tan ricamente, se pegó en mi cabeza. Yo sin darme cuenta de nada, salí del agua, y en el camino hasta la toalla, ya noté ciertas miradas extrañas. Llevaba al desgraciado pegado en mi flequillo, y yo, sin percatarme. La gente me miraba con curiosidad y con sonrisitas que al principio no entendí. ¡Qué asco, qué mala es la gente! Nadie vino a decirme: “Oye, llevas una compresa pegada en el pelo” ¡Nadie! Y yo, tan fashion, con mi bronceador, mi pamela, mis gafas de sol de última moda... y mi toalla de Agata Ruiz de la Prada, y con el puto salva-slip pegado en el flequillo. Y mis amigos, por ahí, desperdigados, unos bañándose, otros en el chiringuito, y otros jugando a la pelota bien lejos.
A mí, que me tomen por loca, me importa poco, pero hacer el ridículo de esa forma tan absurda, pues me jode, la verdad. Y lo que más me jode es que la gente se eche unas risas a mi costa y no haya nadie que tenga la decencia de venir y decirme oye ¿qué llevas ahí pegado?¿Y si salgo del agua con un pulpo en la cabeza? Seguro que se ríen igual pero me lo dice alguien enseguida, pero un “querfri” no,¿por qué? ¿Por qué resulta más embarazoso?Yo qué sé. Sólo sé que me paseé por toda la playa con el puto “querfri” ahí pegado haciendo el ridículo, por haber sido tan necia de llevármelo puesto con tal de no oírle lloriquear.
Es que ni el pakistaní que se acercó a mi toalla a venderme collares de bolas se dignó a decirme nada, ahora, eso sí, cuando cogí uno que me gustaba e intenté ponérmelo por la cabeza para probármelo, me lo quitó de las manos poniendo cara de asco y se largó de allí cagando leches.” Qué cosa más rara,” pensé, “pá una vez que alguien le va a comprar algo, va el tío y se pira, le habrá dado un apretón, si no, no lo entiendo”.
Al cabo de una hora o más, al sacar un espejito para mirarme las pecas, lo ví! Vi a mi amigo el “querfri”, ahí, pegado a mi pelo. Nos miramos, lo agarré estrujándolo en mi mano, a la vez que dije: “Es que lo sabía”, lo enterré en la arena, tan hondo, que si no fué a parar al mismísimo infierno fué de milagro.
El color rojo de mis mejillas no era en absoluto por causa del sol abrasador, sino de la abrasadora vergüenza que me hizo pasar el grandísimo hijo de perra. A partir de aquel día, os aseguro que el “querfri” dejó de llamarse amigo para mí. Me demostró lo egoísta y envidioso que podía llegar a ser, y no he vuelto a usarlo desde entonces. Ahí está, en el armarito del cuarto de baño, muerto de asco, esperando que se me pase el cabreo, cosa que tardará en suceder.¡Que se pudra!Ya no es mi amigo, ni mi fiel aliado,ni mi recurso íntimo femenino,ni mi salva-slip,o salva-zurraspas...nada... ya no lo necesito, prefiero cambiarme de bragas cuatro o cinco veces al día antes que usarlo, y si me tengo que llevar bragas de repuesto, pues me las llevo, y si me pilla un día una situación de ésas “comprometida” (ya sabéis), pues me las quito y punto.
Si es que hoy en día.... ya no te puedes fiar de nada ni de nadie, ni siquiera de una puñetera compresa.


Estrella Cabrera Z. 2010

2 comentarios:

  1. ¡Me ha encantado! Es que le das vida a un simple carefree, eres increíble jajajajaaja!

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  2. Para que te fíes de los amigos,je,je.

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